About  Montegrappa Hemingway

La silueta inconfundiblemente masculina reside en la capacidad de escritura sensible con los bolígrafos Montegrappa Hemingway.

Un siglo de parentesco continúa. La celebración de Montegrappa de la vida de Ernest Hemingway entra en un nuevo capítulo. Contempla la magia de África, un continente que cautivó a una de las figuras más fascinantes del siglo XX, con Hemingway: el aventurero. Pocas personas han vivido vidas más grandes que Ernest Hemingway. Su vigor y curiosidad ilimitada lo convirtieron en una leyenda de muchas capas. Escritor, soldado, pescador, viajero… todos han sido objeto de los instrumentos de escritura firmados por Montegrappa. Ahora, un nuevo lanzamiento de edición limitada celebra el amor del Viejo Bruto por las llanuras del Serengeti y las maravillas de África.

Hemingway escribió y habló a menudo de su encanto con África. Pero el contacto relativamente breve del autor con el continente refuerza una vez más su insaciable sed de aventuras. Después de que su primera visita en 1933 fuera interrumpida por una disentería severa, un regreso en 1954 lo vio sobrevivir a dos accidentes aéreos y desafiar las noticias prematuras sobre su muerte. Su destreza como cazador de caza mayor era mundialmente famosa, pero la fascinación que propugnó en obras como Las verdes colinas de África continúa reforzando el atractivo del continente. En nuestro homenaje al reino natural más grande del mundo, se recrean figuras tridimensionales de los animales salvajes más famosos de África bajo la firma distintiva de Hemingway.

Los segmentos del cuerpo de El Aventurero han sido microfresados ​​y pulidos con la rigurosa artesanía de una novela de Hemingway. Los usuarios de plumas estilográficas también pueden saborear la precisión del mecanismo de llenado de pistón de primera categoría de Montegrappa y una selección de puntas flexibles de oro de 18 quilates y de oro de 14 quilates. Este último homenaje al legado del gran escritor se realiza en la misma fábrica que suministró plumas al propio Hemingway durante la última batalla de Monte Grappa en 1918. Desde entonces, muchas cosas han cambiado, pero no la necesidad de desafiarse a uno mismo. La historia preservará para siempre sus vínculos con nuestra ciudad natal, así como su legado permanece permanentemente consagrado en nuestro espíritu.